sábado, 2 de septiembre de 2017

Los cuatro pilares de la clase invertida.





Hay una gran variedad de artículos y opiniones en las que se reflejan los aspectos positivos que adoptar el modelo de la clase invertida supone. Sin embargo, es difícil encontrar una guía o puntos sobre los que basarnos a la hora de llevarlo a cabo. Paralelamente, puede servir a aquellos docentes que ya se hayan iniciado en la “aventura” por innovar y crecer pedagógicamente hablando.

Respecto a lo señalado anteriormente, he encontrado un artículo llamado “What is flipped learning?” extraído de “Flipped Classroom Network” (2014). Dicho artículo concluye con el desglose del término en inglés “flip”, dando a cada una de sus letras una instrucción o consejo sobre cómo desarrollarlo lo más objetivo posible.

Cada letra se categoriza en distintos indicadores que el docente debe tener en cuenta para perfeccionar el modelo de la clase invertida. Las categorías son:


Entorno flexible. Se incluyen conceptos tales como “espacios”, “marcos”, “seguimiento individualizado” o “diversidad de medios”. Todo ello con la finalidad de que los estudiantes accedan al modelo de clase invertida lo más claro y natural posible.


Cultura del aprendizaje. En este segundo campo, se le debe ofrecer a los alumnos oportunidades para que valoren los contenidos aportados y, lo que es más importante, hacerles protagonistas en su proceso de aprendizaje sin que el profesor sea el “epicentro de contenidos”. Se menciona algo también muy importante y que respalda a la normativa en cuestión de alumnos con necesidades educativas especiales: el modelo “flipped” debe ser gradualmente escalonado en niveles para que todos puedan sentir que aprenden, a la vez que refuerzan el valor del reto y el de la superación personal, por ende, académica.


Contenidos objetivos y directos. Los contenidos más importantes son los que se incluirán en el vídeo editado por el profesor, asegurándose que los alumnos pueden acceder a él. Del mismo modo, se puede priorizar qué contenidos serán visualizados atendiendo a la diversidad de nuestro alumnado.

El profesor como guía. Una vez los alumnos han visualizado los contenidos es momento de reforzarlos en clase. El profesor les guía en el aula actuando como un “content coordinator” a tiempo real, solucionando sus dudas mientras aprenden, algo que no es posible si hiciesen la tarea en casa. A continuación, puede supervisar el trabajo de los alumnos evaluando el modo en el que se lleva a cabo y orientando a quienes opten por trabajar con otros retos dentro de la dinámica propuesta (reflexión, comparación, síntesis…). Finalmente, el profesor traslada a sus alumnos preguntas cortas, pero directas sobre el tema en el que se haya trabajado con el fin de asimilar y evaluar el proceso de aprendizaje.